miércoles, 19 de febrero de 2014

Esto es lo que hay


En este momento de la vida, del año, siento que esta ciudad me queda grande... Bogotá es la ciudad de mis amores, de mi vida. Voy a cumplir 3 años de haberme devuelto y no me arrepiento de nada.. voy a cumplir años de mi regreso para justo volverme a ir. Mientras tanto, he procurado llenarme de verde los ojos...para que en el reverso me queden impregnadas las montañas, los mangles, el mar, los árboles, las colinas. El verde, para mí, es el color del paraíso. 

Es cierto, esta ciudad me queda grande... antes la recorría sin mayor problema, con agilidad, con confianza. Ahora, solo llego hasta un punto... ya no tengo razones para irme más allá... mis razones se han ido, una a una, a otros parajes, a otros lugares que no me alcanzo a imaginar... ni siquiera estando acá cerca, en la frontera. 

Uno se apropia de su ciudad en la medida en que la recorre... y yo, por lo menos, tracé cartografías de mis afectos por dichas calles, edificios, parques, avenidas que recorrí con aquellas personas. Ahora que no están no encuentro tantos motivos para recorrer esos mismos lugares... han quedado un poco vacíos de significados aunque el recuerdo permanece. A veces me pregunto cómo sería si los que se fueron estuvieran todavía aquí, cómo andaríamos, por dónde andaríamos. Esta ciudad me queda grande porque ahora está llena de espacios vacíos (qué cosa rara llenarse de vacíos...) que me da pereza volver a llenar. No la odio, no me quejo, siempre he querido a Bogotá. Bogotá es mi nido, mi madre, mi cama. Bogotá es miércoles lluvioso y mañanas de neblina; es charcos y soles reflejados en los edificios. Bogotá es librerías y música de fondo; es mi perro, es Monserrate y ladrillos.


Esta ciudad me queda grande en este momento, no la culpo, no me culpo. La vida es como debe ser.


San Gil, 2014

Chicaque, 2013

Medellín, 2013

Hacienda Nápoles, 2013

Bogotá, 2013
(Un saludo para Barcelona que no me la alcanzo a imaginar como no me imagino Taipei, ni Auckland, ni Montreal, ni Passau, ni Seattle, ni Lyon, ni... ni ... ni...)

sábado, 1 de febrero de 2014

lo que queda


"la vida es como debe ser..."


tantas palabras que quedan escritas y luego se olvidan, 

tanto lo que se dice, lo que se grita, lo que se calla.
abrir la boca para escupir la d, la t, la w, la j, la q, la e...

todo el tiempo que invertimos en hacernos entender, 

en esperar que la otra persona descifre el mensaje, lo procese.
el tiempo que se nos va en escuchar a los demás, 
en prestar atención a historias ajenas.

***


contengo la rabia para no enredarme la lengua, 

para no morderme los labios cuando intente decir.
cuando quiera explicar que las cosas no eran así, 
que iban a ser mejores.

una de mis casas se ha ido. la del corazón.

me quedan en los ojos los paisajes:
el verde de las montañas y el rojo de las colinas;
el azul aguamarina de los mares profundos, 
las rocas amarillas y las naranjas colgando de los árboles.

me quedan nuestras propias historias, 

los mundos que inventamos, las batallas que ganamos.
me quedan sus suspiros y su olor, 
su calma y su sonrisa.

se quedan conmigo las cosas que aprendí, 

lo que mejoré, lo que compartí.

y todavía quedan estas palabras que intentan arrancar la pesadumbre

y dar sosiego. que se mueven al vaivén de la música, 
que tararean, que vacilan y se desprenden u n a a u n a . . . 
pero al fin de cuentas las palabras no sanan, no rescatan, no alivian...
están ahí para ser dichas y escuchadas, para volver sobre ellas,
una y otra vez, una y otra vez.

son estas palabras que me condenan y me atan, 

me liberan y me consienten, 
me hablan desde cerca y me susurran desde lejos.

son estas palabras, las mismas, las que están aquí, 

conmigo, 
para hacer esto todo más llevadero.

a mar.