domingo, 11 de noviembre de 2012

como si a despedirnos nos hubieran enseñado.
antes que a saludar, deberían enseñarnos a decir adiós.

todos los días le estamos diciendo adiós a alguien...
de algo nos desprendemos... algo se nos pierde.
nos vamos deshaciendo de nosotros mismos,
de lo que alguna vez pensamos que seríamos para siempre.


en la vida todo se aprende, desde amarrarse los cordones hasta tirar del gatillo.
díficil darse cuenta que lo que más cuesta aprender son las cosas que uno cree
que ya ha aprendido: separarse, dejar un lugar, aceptar la muerte, asumir las
decisiones... como si la vida no fuera suficientemente matizada y llena de caminos
como para que la primera vez que uno dice adiós duela tanto como la última.


las calles guardan nuestras andanzas; los muros, nuestras conversaciones.
como si el recuerdo nos salvara de la nostalgia, de la tristeza.
los espacios significan por lo que ha dejado de ser. antes, ni cuenta nos dábamos
de lo que las luces de la ciudad intentaban decirnos.



es sábado a la noche, no ha llovido... el tiempo pasa lento, cosas han de venir.
es sábado... ¿dónde están ustedes? ¿dónde estoy yo?

que el cielo las abrigue y sus pies marquen los caminos que luego han de recordar.