Te espero con los ojos abiertos,
con los brazos extendidos,
con la frente mirando el horizonte.
Te espero desde las 9 de la noche,
cuando las luces comienzan a aparecer
y nos empezamos a esconder.
Te espero con los ojos cerrados
para mirarte desde la oscuridad
y así derrotar el miedo.
Te espero con el cuerpo,
con la sonrisa, con las uñas.
Te veo llegar a las 4 de la tarde, sonriente, sin prisa.
Te espero desde que dices 'adiós'
y una vez más te espero,
aun sabiendo que será la última para esperarte.