martes, 13 de enero de 2015

Imágenes borrosas


Es bien sabido que, siempre, al mirar atrás encontraremos el camino que dejamos. No hay nada nuevo ahí. Cualquiera puede saberlo. Lo curioso es volver sobre los pasos andados y descubrirse en esas fotos, en esos escritos, en esas entradas de diario, en esos correos cruzados.

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Hubo un tiempo en que quise que todo fuera como antes. En que me lamentaba por el paso del tiempo, por el cambio de las cosas, porque creo que en ese momento no estaba preparada para aceptar y entender el cambio.

Volví muchas veces sobre mis cuadernos y releí todo lo que había escrito. Intentaba dibujarme en la memoria distintos episodios, montar películas que recrearan exactamente lo que había pasado el jueves, el domingo por la tarde, antes de entrenamiento, después de clase. Guardé empaques de golosinas, boletas de cine, entradas a fiestas. Escuché una y otra vez las mismas canciones, me aprendí sus letras, las escribí en todo lugar que pude.

El tiempo fue pasando y se vinieron nuevas experiencias y momentos. Nuevas memorias para guardar. Todo quedó consignado de alguna forma en los anaqueles de mi archivo personal. Esta vez ya sin boletas, sin folletos, sin papeles acumulados. Sin basura. Era suficiente todo lo que había escrito, lo que dibujaba, las canciones que sonaron repetitivamente en mi computador.

Si hoy quisiera regresar a esos momentos, tendría una banda sonora completa. Cada canción me remitiría a un lugar, a una sensación, a un sentimiento fuerte que me inquietaba y que yo intentaba calmar escribiendo y dibujando. Aceptaba el cambio de mejor manera, pero aún así había cosas que quería fijarme para siempre en las retinas.

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Vivo ahora este presente que una vez fue el futuro que deseé. La música viene a mí, los libros, el diario, las entradas al blog, las boletas de cine, las entradas de museo. Todo está y a la vez, se ha ido.
No tengo la estrecha necesidad de conservar las memorias. No me perturban mis recuerdos borrosos, mi imagen miope de lo que he vivido. Sé que algún día todo lo olvidaremos y estará bien, supongo.

Me cautiva volver sobre mí misma y reconocerme en esas letras. Me desconozco en cierta medida. Era una marejada que quería chocarse con las rocas una y otra vez para que quedara una marca, para cambiar el curso de las cosas. Pero no. Las cosas siguieron por el camino que les correspondía. Yo también.

Y en ese sendero que me fui trazando y que voy recorriendo me encuentro aquí alejándome de ese viento huracanado que una vez intento llevarme. En cambio, respiro otros aires y las cosas cambian y se van. No podré conservar para siempre lo que mis ojos ven. No todo lo que guardo son imágenes. Quizás esa sea la mayor transformación: he aceptado que los bordes se diluyen, que no puedo guardar para siempre las fotografías, que mientras más las deje ir, más libre andaré.

A la final lo terminaremos olvidando. Y todo irá bien.