viernes, 27 de noviembre de 2009

Lo he confirmado. No soy la misma de hace 5 años, ni siquiera de hace tres. No me siento mal por recordar quién fui, quién era y verme cómo soy ahora. Por el contrario, creo que todo ha sido un proceso de "evolución"... una Bildungsroman, aunque la mía no sea una novela. No sé si se pueda decir que hoy soy mejor que hace 3, 5 ó 7 años, pero sé que soy otra. No sólo en mi aspecto físico (por aquello del pelo, las gafas, la 'masa corporal') sino porque en realidad me siento otra: tengo más criterio, hablo mejor, tengo mis propias percepciones acerca de muchas cosas que me rodean. Ahora soy más fuerte para enfrentar la soledad, para promover discusiones, para aceptar silencios y prolongar instantes.
Después de tantas frustraciones, de tantos desencuentros (no necesariamente amorosos) y ciertas enemistades, de falsas expectativas, de proyectos inacabados y de inseguridades, me alegra saber que he llegado a este punto.
No soy más rica ni más poderosa, ni más atractiva ni más popular. Pero soy una mujer (porque ya no soy adolescente, porque soy mujer con derechos, deberes y convicciones) con criterio y conciencia para, ahora, decidir sobre mí misma -aunque no por eso las decisiones que tome sean erradas en algunas ocasiones -, para decir cuándo quiero y cuándo no, para no dejarme meter los dedos en la boca y para callar cuando creo que es conveniente.
En algún momento se me ocurrió que debía hacer este balance para darme cuenta que nada, en estos cinco años, se perdió (por todas las veces que quise creer que sí). Y me pareció que además del balance, debía ponerlo por escrito porque así, dentro de cinco años, podré hacer una comparación entre la que soy y la que seré.
Y hoy me siento feliz de saber que tengo fundamentos para aceptar o rechazar diferentes cosas. Que tengo fundamentos para apoyar diferentes iniciativas y que mi criterio me permite discutir sobre temas que antes desconocía y sobre los que quiero seguir aprendiendo. Esta formación va más allá del aspecto académico y de los libros que leí y la teoría que estudié. Esta formación se inclina más hacia quién soy yo en el medio en el que vivo, cómo puedo aportar o no aportar, cómo me desenvuelvo, cómo me aproximo y cómo decido sobre mí misma (mis palabras, mi cuerpo, mis silencios, mis creencias, mi vida). Me alegra saber que la chica de hace 5 años sigue estando en esencia, pero ha tomado más conciencia, más independencia, más posiciones (cualesquiera que sean).
Ahora tengo muchas expectativas sobre lo qué ha de-venir y me he estado preguntando constantemente dónde estaré yo en 20 años, quién seré, quién estará conmigo. No hay respuestas, no hay siquiera aproximaciones porque yo, hoy, puedo decir una cosa, soñar una cosa, desear una cosa, pero mañana, a esta misma hora, todo podrá haber cambiado.
No hay respuestas, sólo preguntas y anhelos. El mundo, a veces, me cabe en la mano... a veces me parece inabarcable, pero entre esa dualidad, entre esa contradicción es que vivimos constantemente y es por tantas contradicciones que podemos forjarnos una identidad. No somos veletas. Al menos yo no quiero serlo, pero creo que es necesario caminar mucho para poder definir nuestro lugar en el mundo: es necesario coger diferentes caminos, perderse, desorientarse, llegar a la cima y volver a bajar... la experiencia nos hace ser quienes somos y por eso yo, hoy, después de 5 años soy otra, aunque conserve la mirada de aquella foto en la playa cuando tenía 3 años. Aunque tenga la misma sonrisa de mi fiesta de cumpleaños No 7.
Veremos quién seré dentro de 5 y 20 años.
No perderé la sonrisa, no perderé la esencia (espero).