martes, 13 de marzo de 2012

obra sin título

¿con cuántas vidas terminamos a cada instante? 
¿con cuántas palabras damos la estocada final? 
¿cuánta gente se muere por nuestra culpa, a cuántos matamos cada día? 

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¿a dónde van a parar los sueños que se perdieron? 
¿y dónde quedan las cosas que dejé de hacer? 


* * *

cierro los ojos, dibujo en el reverso del párpado con colores. soy adicta a los colores. 
dibujo una silueta, dos. dibujo un atardecer y una calle recorrida muchas veces.

las sonrisas se encuentran ¿qué hay detrás de ellas? 

eran muchos cielos los que se habían prometido. muchos potreros y un poco de mar.

el tiempo se a l a r g a, se expande, parece detenerse. el recuerdo no da cuenta de ese momento, no como lo vivimos, no como fue. nada podrá dar cuenta nunca de la forma en que sucedieron las cosas. 

los párpados cubren los ojos. los ojos se encharcan, se nublan. los colores no se ven bien con agua de por medio, todo se distorsiona. especialmente los recuerdos. 

¿cómo se mide la distancia?                                                                                                 ¿con qué? 
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 floto en el aire, el agua me lleva. me debato entre dejarme arrastrar por la corriente o elevarme con los vientos de la tarde. como una sirena alada que no sabe qué hacer, qué escoger; porque quiere escoger las dos cosas, porque no quiere perder ninguna.


                                                                                                                                               * * * 

¿a quién destruimos con el silencio? 
¿de qué mano nos soltamos para ir a coger otra? 
¿los cómplices también son culpables tanto como los responsables? 

¿a dónde llegan las ganas perdidas?
¿desde dónde se desea?
    

jueves, 1 de marzo de 2012

¿dónde quedo yo?

*texto escrito basado en la exposición protografías de óscar muñoz que se encuentra en el museo del banco de la república*

uno entra y se encuentra de una con una exposición de un archivo de fotos de gente que iba caminado por la calle y le tomaron un retrato. mi mamá tiene varías así, pero no en cali, en bogotá, en la séptima. a mí siempre me gustaron esas fotos, saberla joven, imaginármela estudiante.
a ese archivo podría llegar gente y reconocer a sus familiares en cali, a sus amigos de la infancia, vecinos. pero cuando yo seguí avanzando por la exposición de óscar muñoz pensé que era un contrasentido jugar a buscar allí a gente cercana cuando me iba encontrando con fotos, instalaciones, dibujos que me hacían reflexionar sobre la identidad y la imagen: las fotos que se diluyen en el lavamanos, justo en el momento en el que la sombra coincide con la imagen; la angustiosa tarea del pintor que traza una y otra vez el mismo rostro sobre la baldosa mientras el sol evapora la pintura; los autorretratos hechos con cigarrillo, pintados con él, porque entre los dedos no se agarra solo el pucho de la vida, también la imagen que se consume y se apaga, el yo que fue y no será; los retazos del mismo rostro tejidos como una colcha, que da cuenta de unos ojos más o menos vivaces, de una sonrisa sin terminar, de la moda, la fotografía a color, el paso del tiempo a fin de cuentas… el progreso ¿el progreso?
entrar a esta exposición y preguntarse quién es el que queda retratado y quién es el que retrata cuando aparentemente es la misma persona. ¿quién queda? ¿qué se queda? ¿dónde?
yo uso gafas desde hace más de 10 años y desde hace más de 10 años me las quito cuando me van a tomar una foto. soy una en las fotos, soy otra en la vida real. ¿en algún momento coincidirá mi imagen con gafas con la que no tiene? Y cuando esto pase, ¿se irán por el sifón? se va la imagen, sí. ¿pero dónde quedo yo?